Hoy 5 de Junio a las 17:30 ha empezado la reunión virtual del #ClubdeLecturaCEO en donde hemos hablado del manga Marmalade Boy de Wataru Yoshizumi.
Mientras que para unos, ésta era la tercera lectura del manga, para otros ha sido su primera vez. Y no porque Yoshizumi sea una desconocida, antes de leer Marmalade Boy, ya habían leído otras obras de la misma autora: Quartet game, Random Walk, Somos chicos de menta, Solamente tú, entre otras.
Los que la habíamos leído tomo a tomo en su primera edición en España hemos hecho un viaje en el tiempo, recordando aquellas época en la que no podías comprar los mangas, y gorreábamos de los amigos o hermanos mayores, en plan: ahora te toca leer a ti, y al acabar pasar al siguiente en el turno de lectura.
Y el anime, claro. Se emitió en la TV2 a las 8:30pm haciendo la competencia a los noticieros, y le cambiaron el título a La Familia Crece, que es como se conoció la serie antes de editar el manga, y por eso en la primera edición del manga los tomos se publicaron con esa pegatina de la serie de televisión.
Las portadas de los tomos no reflejan para nada el avance de la historia. Marmalade boy es un manga entretenido el cual al leerlo a los 14 años nos gustó, pero al re-leerlo ahora ya no nos fascina.
Con faldas y a lo loco
Yoshizumi escribió este manga al inicio de la década de los 90 (1992-1995) y se publicó en la revista mensual Ribbon. Las diferencias culturales de hace 30 años son abismales. Por ejemplo, en una de las viñetas vemos unos tickets de Jurasic Park, película que se estrenó por esas fechas. Este tipo de detalles nos ayudan a contextualizar la época en la que se escribió este manga.
La historia es sorprendentemente conservadora, y se entiende porque va dirigida a un público adolescente, es la clásica historia shojo de estudiantes de instituto que se enamoran y que acaban juntos, son felices y comen perdices. Vamos, que el manga se centra en Miki y Yuu, y los amigos aparecen lo justito, la historia la podrían haber hecho más variada, y queda al final muy simple.
Los personajes de Miki, Yuu son la antítesis a sus padres. Los padres con su intercambio de pareja aportan un marco divertido en el que narrar la historia. Sin embargo, la autora falla al no profundizar en esta nueva vida, ya que es muy forzado que todos vivan en la misma casa, con su ex. Vamos, que te puedes llevar super bien con tu ex, sobre todo si tenéis un hijo en común, pero no vives en la misma casa.
Otra diferencia cultural es la percepción de la homosexualidad. Para Miki, que exista la posibilidad de una relación romántica entre Yuu y Miwa es inaceptable. Y no le cabe en la cabeza que Yuu actúe en un anuncio de TV como hombre y que bese a la actriz, pero sí le cabe en la cabeza que actúe vestido de mujer, como si por el hecho de ir vestido de mujer fuese un impedimento para que se bese con otra mujer. Y no olvidemos la reacción del propio Yuu, quería evitar a toda costa que se supiese que la actriz era él, por miedo a ser la comidilla en el instituto. Miki tiene el papel de chica clásica pánfila, conservadora, a la que le toca cocinar, aunque Yuu sepa cocinar, la obliga a ella a hacerlo… y a ella le parece bien. La historia tiene ese puntito machista que normaliza situaciones que no tendrían que ser.
Meiko, la amiga de Miki, es otra igual, dispuesta a dejarlo todo, a abandonar a sus padres, abandonar los estudios, todo, por el amor de un hombre que la ha dejado, que ha cortado con ella. La relación de ella con el profesor Natchan es mal vista por la sociedad japonesa no por la diferencia de edad entre ellos, sino por el hecho de ser él el profesor de ella. Ellos ya salían antes de que él fuese su profesor, en ese momento tienen una relación abierta al mundo. Pero pasan al secretismo en el momento en que él pasa a ser el profesor de ella. Que es cuando él la deja, porque Natchan quiere que ella acabe los estudios. Y aquí entra una similitud con España: el matrimonio como función social. Antes, entre la realeza, se casaban bebés y niños para legalmente proteger herencias o reinos, eran matrimonios forzados. Estas leyes se han ido suprimiendo porque así lo ha ido pidiendo la sociedad. De ahí que la ley japonesa cambiase y permitiese que jóvenes de 16 años puedan casarse, mientras que en España necesitarían una decisión judicial que se lo permita, pero también podrían, vaya, que esa es la similitud. Aunque está nuevamente cambiando, antes se veía bien que te casases a los 18, ahora se ve mal, te dicen que estás destrozando tu futuro si decides casarte a los 18.
Sin embargo, el querer dejarlo todo por amor no es el único cliché romántico en el que cae Meiko. La escenita de Miwa dando golpes a la estantería de la biblioteca, cercando a Meiko y reclamándole que porqué no podía ser su novia, como si Meiko fuese de su propiedad, es agresión, por muy simpático y carismático que sea Miwa.
En busca del padre perdido
Los padres son los hippies de la historia, y hacen de contrapeso al resto, dando un sentido cómico a escenas que no lo son. Podemos dividir el manga en 2 tramas argumentales: la primera del divorcio e intercambio de parejas de los padres con la consecuencia del enamoramiento de los hijos. Y la segunda descubrir quién es el padre de Yuu. Aquí la autora vuelve a fallar, porque utilizar el recurso del aborto es forzar un poco la historia, y aparentemente las cuentas no salen. Es más, en su momento muchos fans le escribieron a ella y en el tomo 8, en uno de sus Free Talks, Yoshizumi tuvo que explicar cómo hizo las cuentas para que Yuu y Miki fuesen a la misma clase.
Y si hablamos de forzar la historia, tenemos que hablar de Ginta y Arimi, y de Kei y Suzu. Si se necesita pegamento para que encaje la historia de amor entre Ginta y Arimi, para Kei y Suzu ya es superglue. Kei aparece en la historia como una seta, con todo el rollo del piano, y claro acaba emparejado con Suzu porque… el manga se publica en la Ribbon, los editores no permitirían otra acción. Es más, no lo permiten. La idea original de Yoshizumi era que Yuu y Miki acabasen separados, y que Miki saliese con Ginta, y quizás en el futuro haya romance entre Yuu y Meiko. Pero el editor dijo no, Yuu y Miki tienen que acabar juntos como la parejita feliz. Si hay algo que no os gusta de Marmalade boy, hablad con el editor.
Otra seta en la historia es Eisaku, otro candidato a ser padre de Yuu. Padre de unas gemelas de guardería con mentalidad de 12 años que chantajean a los protagonistas. Y hay más setas: el club de fans de Arimi, el pegamento de la parejita Ginta y Arimi. El puñetazo de Ginta a uno de sus miembro es forzado. Vale que Ginta es el arquetipo conservador de chico de historia romántica: posesivo, cariñoso, practica deporte, paternalista, pero eso no justifica esa mentalidad de «como eres del club de fans de Arimi, uno de ellos acabará saliendo con la chica, así que si te veo por la calle con otra chica, recibirás un puñetazo por hacer sufrir a Arimi». ¿En serio?
Pero volvamos a la búsqueda del padre biológico de Yuu. La arquitectura es lo que une a Yuu y a uno de los padres candidatos a ser su padre. Yuu se interesa por la arquitectura y la obra de Gaudí (Sagrada Familia, Parque Güell) porque el que podría ser su padre es arquitecto, y así comienza a leer libros de arquitectura. Fue frustrante el momento en que Yuu se enteró que ese vínculo se había roto, aunque acaba igualmente estudiando arquitectura.
Amigas para siempre
No es ningún secreto la amistad entre la autora Yoshizumi y otras mangakas como Ai Yazawa (Nana, Historia de un vecindario) o Naoko Takeuchi (Sailor Moon, Cherry Project). ¿Y cómo lo sabemos? Por los Free Talks de la autora en el manga. Se publicaron en la primera edición, pero no en la edición Kanzenban, allí publicaron entrevistas con estas mangakas. Y gracias a esos Free Talks y entrevistas sabemos que Yoshizumi visitó Hokkaido junto a Yazawa, y que visitó New York junto a Takeuchi. En el manga, el viaje de fin de curso (típico momento romántico en todo shojo que se precie) se hace a Hokkaido (recordemos que la autora visitó ese sitio con su amiga Yazawa). Así que probablemente también visitó Miyajima, ya que la broma de los ciervos bordes con Miki sólo la pueden pillar aquellos que hayan visitado Nara y Miyajima (se llega con ferry desde Hiroshima, donde estaba Natchan). Y sí, es cierto, los ciervos de Miyajima son más bordes que los de Nara.
Pero no sólo comparten viajes, también dibujos. En una de las viñetas vemos un dibujo de Yazawa, justo detrás de Miki, cuando ella le explica a Yuu quién es Miwa, el presidente del consejo estudiantil. En los Free Talks nos enteramos que Yazawa y Yoshizumi se escaquearon a un concierto de Dreams Comes True ¡justo antes de una fecha de entrega! Y de que Yoshizumi es lectora de la revista McSister, y al ver sus portadas no podemos evitar recordar las portadas del manga.
Frases que queremos recordar
Arimi
Contexto de la frase: en una cafetería Arimi y Ginta hablando de Meiko y su premio literario Asahi. Sin comerlo ni beberlo, salta Ginta y le pide que salga con él.
«Yo… pensaba que ya estábamos saliendo»
Yoshimitsu Miwa
Contexto de la frase: en el estudio de arquitectura Miwa, Satoshi, Yuu y Miki están con el padre de Satoshi Miwa, le presentan todos los indicios que tienen y le piden que reconozca que es el padre de Yuu.
«Lo siento, pero … yo no soy tu padre. Debe de ser otro»
Lo que más nos ha gustado
La edición kanzenban, con ilustraciones a color e información de cuándo se publicaron originalmente, y los dibujos SD.
Los Free talks de la primera edición. Los comentarios de Yoshizumi sobre lo que hace o piensa, ya sea de las cartas de los lectores, o sobre el anime, o sus actividades con sus amigas mangakas, son divertidísimos. Y también los momentos publicidad para Banzai, la autora anima a sus fans a comprar merchandising, porque producir el anime es caro.
El momento del anuncio de televisión de un perfume: los padres y Miki viendo el video VHS (sí en esa época no existía Dropbox ni WeTransfer ni Blue Ray ni DVD), empieza con Alicia en el País de las Maravillas en el espacio, y se encuentra con una hermosa Reina… sí esa Reina es Yuu, los ojos sorprendidos de los padres es genial. Aquí apreciamos el concepto de belleza oriental, ambiguo, más dulce, bishonen vaya.
El final feliz de shojo clásico.
Lo que menos nos ha gustado
Que hay momentos en la historia de corta y pega, muy forzado con calzador para que encaje.
La estructura del argumento es muy simple, sabes que todo acabará bien. Habría podido ser más variado, desarrollar más a otros personajes a parte de los protagonistas.
Al manga le falta profundidad, hace aguas por todos lados, no hay evolución de los personajes.
El tenis, es muy aburrido. No se entienden las reglas de juego que intenta explicar Yoshizumi. Urasawa lo explica mejor en Happy.
Lo recomendamos a…
A quienes les gusta la comedia ligera
A los lectores de shojo y novelas románticas
A los fans de Marmelade boy, en plan nostalgia
A los fans de Antonio Gaudí, salen dos de sus obras en el manga
Si no has leído nada de Wataru Yoshizumi, te recomendamos que leas Solamente tú.
Conversaciones más allá del manga
Un autor desarrolla los personajes sobre la marcha, conforme va escribiendo y dibujando el manga, y la personalidad de estos personajes impide que éste encaje en una situación que quiere hacer el autor. Es lo que le pasó a Yoshizumi con Marmalade boy. Su editor le iba diciendo: esto sí, esto no. Pero en el #ClubdeLecturadelCEO no tenemos editor que nos diga: NO. así que aquí os presentamos la conversación entre diferentes personajes que hemos leído recientemente en el club.
En el bar del Restaurante del fin del mundo, los personajes tomando una copa.
- Satoshi Miwa: Querida Yuu… he visto tu anuncio. Estabas muy guapa, ha sido un flechazo.
- Yuu Matsura: Lo que tengo que aguantar, que me travistiera mi madrasta.
- Setsuna Mudô: Eso no es nada, yo me cargué el planeta.
- Sara Mudô: Pero luego lo reconstruiste.
- Vogones: Ya y nosotros la destruimos al construir la autopista galáctica que pasaba por donde estaba la tierra.
- Amigo: Principiantes, ¿de qué sirve destruir el planeta? Yo controlo a la humanidad.
- Yuu Matsura: Habló el que fue derrotado por una canción.
- Todos cantando menos Amigo: Guta-rara suda-rara
Esperamos disfrutéis de la lectura de Marmalade boy tanto como lo hemos hecho nosotros.