Sitges Film Festival 2015
48º FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE FANTÁSTICO DE CATALUÑA
DEL 9 AL 18 DE OCTUBRE DE 2015
La edición número 48 del Festival de cine fantástico de Sitges ha llegado a su fin. Este año estaba dedicado al mítico thriller «Seven» de David Fincher, por su 20°aniversario. Ahora la pereza sería mi pecado, después de ver muchas películas y dormir muy poco, aunque esto es típico de cualquier asiduo al festival xD. En lo referente a cine asiático, el festival ha estado repleto de historias pecaminosas: la soberbia en «As the gods will», «Tag» y «Assassination classroom»; la avaricia en «Attack on titan» y «Veteran; la lujuria en «The treacherous» y «Virgin psychics»; la envidia en «Belladonna of sadness», la gula en «Parasyte» y «I am a Hero», y la ira en «The Piper» y «Dragon Ball Z – Resurrection F». ¡Esta edición es una orgía de pecados!, pero lo que se dice: sarna con gusto no pica.
ANIMACIÓN JAPONESA
Título: Sarusuberi: Miss Hokusai
País: Japón,
Año: 2015
Duración: 90 min.
Director: Keiichi Hara
Ganadora del premio Anima’t a la mejor película de animación y una de las más esperadas por mi parte junto a “The Boy and The Beast” de Mamoru Hosoda, es la última obra de Keiichi Hara «Miss Hokusai», director que ya nos ha deleitado con sus anteriores obras como la entrañable «El verano de Coo» o la dramática «Colorful» que se pudo ver en Sitges 2010.
La historia nos traslada al año 1814 a la ciudad de Edo (el nombre de Tokyo antes de la restauración Meiji) donde vive Hokusai. Con él nos encontramos a la joven O-Ei, una de sus hijas que colabora en sus creaciones artísticas. Acudimos a un momento delicado de la vida del artista, que no vive su mejor época, a pesar del reconocimiento y su trayectoria. Ambos sobreviven con sus obras, intentando llegar a final de mes con algunos encargos que les hacen. A través de diversos personajes y sobre todo de la figura de O-Ei, asistimos casi en primera persona, al proceso creativo de algunas de las obras más emblemáticas de Hokusai y de su hija. Si bien la película está centrada en lo no contado sobre la joven O-Ei, es una oportunidad para poder ver al artista a través de los ojos y pensamientos de su hija.
La película se basa en el manga «Sarusuberi» (Miss Kokusai) de la autora Hinako Sugiura, el cual se centra en la vida de la talentosa O-Ei una de las cuatro hijas del pintor Katsushika Hokusai, uno de los más famosos pintores japoneses y creador de obras como la «La gran ola de Kanagawa» o la mítica «El sueño de la esposa del pescador» de la variante erótica del Ukiyo-e* llamada Shunga*. Hara a lo largo de la película nos va mostrando el día a día de O-Ei y como ella intenta convertirse en una artista a la altura de su padre aunque con su estilo propio, nos descubre la gran artista que era y que sin embargo, quedó eclipsada por la fama de su padre. Los personajes están muy bien retratados desde el gruñón y temperamental Hokusai que solo se preocupa por su trabajo, las hermanas de O-Ei en concreto la delicada Onao un personaje entrañable que os hará sacar más de una lágrima, pero de todos ellos el más destacado es el de O-Ei, una mujer de mucho carácter y muy decidida que no dejará indiferente a nadie. Dentro de lo que es la animación es resaltable lo bien que se ajusta el CGI con el dibujo tradicional en esta película. Productions I.G. muestra de nuevo su buen hacer en este campo y nos ofrece una calidad visual envidiable y que, una vez más, nos enseña que el arte imita a la vida, poniendo cuadros de Ukiyo-e frente a la pantalla.
En definitiva, nos encontramos con una película con un dibujo excelente y entretenida que hasta tiene algún toque fantástico que no te esperas y es de agradecer pero quizás peca de un ritmo algo lento y que da la sensación de no saber a donde nos quiere llevar su historia, sin embargo tiene momentos muy disfrutables como la relación de O-Ei con Onao, tienen una química impresionante y es entrañable verlas juntas y ver como los momentos con su hermana le compensan sobradamente todos los problemas que O-Ei tiene en su día a día. Su hermana y la relación de ambas con su padre es la trama que me habría gustado ver más desarrollada, recurriendo a ella tan sólo en unas tres o cuatro ocasiones. es una pena que se quede a medio camino al no centrarse en ninguna trama en concreto, incluso su final es un poco abrupto y quedándote con ganas de saber más de la vida O-Ei. A pesar de todo esto, quizás no será una obra maestra atemporal pero si una pequeña obra de arte.
*EUkiyo-e: Ukiyo-e (浮世絵), «pinturas del mundo flotante» o estampa japonesa, es un género de grabados realizados mediante xilografía o técnica de grabado en madera, producidos en Japón entre los siglos XVII y XX, entre los que se encuentran imágenes paisajísticas, del teatro y de zonas de alterne.
*Shunga: El shunga (春画 «imágenes de primavera») es un género de producción visual japonés que tiene como tema principal la representación del sexo. Está vinculado, principalmente, con la producción gráfica conocida como «pinturas del mundo flotante», o xilografía ukiyo-e, del período Edo (1603-1867), a partir de imágenes de álbumes o de ilustraciones de textos de la literatura popular de entonces, así como, con la producción pictórica de la época.
Título: Kanashimi no Belladonna (Belladonna of Sadness)
País: Japón
Año: 1973
Duración: 100 min.
Director: Eiichi Yamamoto
Que podamos disfrutar de esta maravilla en pantalla de cine tal y como fue ideada por Osamu Tezuka, considerado el padre del manga/anime, es un hito en la historia del cine. Y todo gracias a que Hadrian Belove, co-fundador de la cinemateca The Cinefamily, inició el proyecto de restaurar en 4K la cinta original. Para ello tuvo que convencer al estudio de producción Cinelicious y a la compañía Spectrevision, de la que es co-fundador el actor Elijah Wood, para quien «Belladonna of Sadness» es un trabajo único y original en todos los aspectos posibles. Así se ha recuperado esta joya perdida y de culto, incluídos ocho minutos de metraje explícito que fueron censurados en su momento, y que tendrá un lanzamiento en formato doméstico por primera vez en su historia el año que viene. Hoy ya podemos ver el increíble resultado.
A finales de los 60, Osamu Tezuka puso en marcha desde su compañía Mushi Production un proyecto que, agrupado bajo el nombre «Animerama», compilaría varias películas de animación de carácter erótico dirigidas a un público adulto. El director y guionista Eiichi Yamamoto sería el director de estas películas, la primera de las cuales, concebida por Osamu Tezuka, fue «A Thousand and One Nights» (Senya Ichiya Monogatari, 1969), que fue seguida por «Cleopatra» (Kureopatora, 1970), co-dirigida con Osamu Tezuka, y «Belladonna of sadness» (Kanashimi no Belladonna 1973).
Esta fue la última película del sello Animerama y no contó con la participación de Tezuka – que dejó Mushi Production cuando la película empezaba a tomar forma para centrarse en sus mangas. El guión es una adaptación libre de «La Sorcière», un tratado de brujería de 1862 escrito por Jules Michelet, en el que se reinventa la historia de Juana de Arco. Conocido en los países anglosajones como Satanism and Witchcraft, es un ensayo que defiende de forma romántica el fenómeno de la brujería medieval. Fue la primera obra que se atrevió a plantear la brujería como una historia de resistencia frente al feudalismo y la Iglesia, además de una especie de proto-feminismo, algo que era ya del interés de Tezuka, quien vió las posibilidades plásticas de la obra.
La película comienza con la violación de la protagonista, Jeanne, en su noche de bodas, por parte del señor feudal, haciendo efectivo el derecho de pernada. A partir de ese momento, Jeanne empieza a tener visiones de un espíritu que le aconseja y le hace prosperar mientras el barón se va a hacer la guerra. Cuando vuelve, Jeanne es ya una mujer adinerada y respetada que provoca la envidia de la esposa del barón, haciendo que sea acusada de brujería, obligándola a huir del pueblo y esconderse en el bosque. Allí hace un pacto con el espíritu de sus visiones, que resulta ser el mismísimo Satán, y se acuesta con él. Lejos de demonizar a la joven, este encuentro satánico se plantea como una liberación sexual. Los poderes mágicos que le otorga la llevan a liderar una rebelión que termina con su ejecución en la hoguera.
Más seria que las dos películas precedentes, «Belladonna of Sadness» es también artísticamente superior por la originalidad y sofisticación de su diseño visual, basado en la mezcla de ilustraciones panorámicas, muy influenciadas por el Art Nouveau y especialmente el estilo de Aubrey Beardsley, Gustav Klimt, Egon Schiele e incluso las clásicas cartas del tarot, y secuencias de animación que parecían surgir de las ilustraciones mismas gracias al maestro Gisaburo Sugii, dando lugar a una psicodélica y vanguardista imaginería cargada de escenas de erotismo y violencia que quería desmarcarse del estilo Disney que predominaba en aquella época.
Su forma se acerca más al género experimental que al histórico o fantástico. Las escenas no poseen casi diálogo, centrándose en las expresiones de los protagonistas y en la escenografía. El toque adulto se trata con cuidado, con mimo, escondiéndolo adrede y mostrándolo solo parcialmente, entre simbolismos que en realidad solo engañan al más puritano de los espectadores.
Otro aspecto a destacar es la ausencia de decorado. En las imágenes se nos presenta únicamente lo necesario, dejando un contorno blanco que disminuye conforme avanza el metraje. Este contorno representa la inocencia de la protagonista y su disminución a lo largo del tiempo alude a su pérdida.
Todo esto contrasta enormemente con el otro escenario desarrollado. Por un lado tenemos la sencilla vida campestre y por el otro el carácter férreo y despótico de los monarcas y de la corte. La presencia del rey, la reina y sus cortesanos está claramente marcada por colores grises, metálicos, sombras y piedras.
Estos y otros muchos detalles conforman una experiencia increíble que bien se merece ser disfrutada con calma, repetidamente, hasta desentrañar cada uno de los misterios escondidos en sus imágenes, que la convierten en una de las películas animadas más transgresoras y artísticamente innovadoras de su tiempo.
Título: The boy and the beast (Bakemono no ko)
País: Japón
Año: 2015
Duración: 119min.
Director: Mamoru Hosoda
Si hay un director actualmente que pueda, poco a poco, ir cubriendo el hueco que ha dejado Hayao Miyazaki tras su marcha del Studio Ghibli, ese es Mamoru Hosoda. Ya ha demostrado su talento con «La chica que saltaba a través del tiempo», «Summer wars» y «Wolf children», pero su último trabajo «The boy and the beast» (Bakemono no ko) lo consolida como uno de los mejores directores de animación japonés, e incluso del mundo.
Esta es una historia de dos ciudades, dos mundos separados que no pueden coexistir. Ren es un niño que vive en la ciudad de Tokio que decide escaparse tras la muerte de su madre. Kumatetsu es un hombre-bestia (bakemono) cuya tozudez está a punto de costarle la el puesto de Señor de las bestias. Todo cambia cuando sus caminos se cruzan: Ren termina perdido en Jutengai, la ciudad de los bakemono, y Kumatetsu, a pesar de la negativa de sus compañeros, lo acoge como discípulo. Pero la confianza no es flor de un día, hasta el punto de que el chico ni siquiera le dice cómo se llama. Con el nuevo nombre de Kyuuta, Kumatetsu y él seguirán el mismo camino, como maestro y alumno, para conseguir la fuerza que tanto ansían,
The boy and the beast parece una especie de mezcla entre “Summer wars” y “Wolf children”, y si me apuráis, tiene una pizca de «Sen to Chihiro no kamikakushi» de Miyazaki. Tiene de la primera y de «Sen to Chihiro» esa mezcla de mundos, y de la segunda el hecho de que el crecimiento personal, acompañado del físico, es algo imprescindible en la vida para encontrar tu lugar junto a las personas que quieres.
En el apartado visual, el Studio Chizu (fundado por el propio Hosoda) como con Wolf children, ha hecho un trabajo fenomenal, con una animación muy fluida y un Jutengai lleno de vida, y con unas luchas con travellings espectaculares que solo quedan empañados por algunos elementos hechos por ordenador fuera de lugar. La banda sonora está compuesta por Masakatsu Tagaki, que como ya hizo con su anterior trabajo “Wolf children” nos regala unas partituras conmovedoras y llenas de fuerza, con unas trompetas que ponen los pelos de punta.
A pesar de las similitudes con “Wolf Children”, es una película mas infantil, pero con una historia atractiva de principio a fin, y más fantástica, en la que predomina el crecimiento personal del protagonista y su relación paternal con Kumatsu. Sin duda alguna, el último trabajo de Mamoru Hosoda es algo que merece verse, te guste o no la animación japonesa, y ya seas adulto, niño o bestia xD.
Título: Dragon Ball Z – Resurrection ‘F’
País: Japón
Año: 2015
Duración: 93 min.
Director: Tadayoshi Yamamuro
El último día del festival se pudo ver «Dragon Ball Z: Resurrection ‘F’», un título que no deja mucho a la imaginación de quien puede ser el villano de la película xD
La esperada continuación de «Battle of gods», y puente de la nueva serie «Dragon Ball Super». En el anterior film, el Dios de la destrucción Bills hacia acto de presencia buscando a los últimos Saiyan para enfrentarse a ellos, ya que la leyenda dice que si adquieren poder pueden transformarse en el temible Super Saiyan God. Aquella película ha tenido partidarios y detractores a partes iguales, pero en general fue bastante irregular. Tenía curiosidad por ver si habían subsanado los fallos que tuvo.
Después de que Bills, el Dios de la destrucción, decidiera no destruir la Tierra, se vive una gran época de paz. Hasta que Sorbet y Tagoma, antiguos miembros de élite de la armada de Freezer, llegan a la Tierra con el objetivo de revivir a su líder por medio de las Bolas de Dragón. Su deseo es concedido y ahora Freezer planea su venganza contra los Saiyajin.
Partiendo de un argumento algo tópico, tenemos una película mas sólida que su predecesora en parte gracias a la mayor participación de Akira Toriyama, que en esta ocasión se encargó él mismo del guión, añadiendo más dosis de acción y reduciendo los momentos de humor absurdo y fuera de lugar (aún tengo grabado en la retina el bailecito de Vegeta en «Battle of Gods» xD), pero si bien ha mejorado, se nota que han querido tirar de un villano conocido para atraer a los fans, y las nuevas transformaciones de Freezer y Goku parecen más un cambio de color, si las compararamos con las que se podían ver en la serie original. En el apartado técnico, Toei Animation ha hecho un trabajo correcto con una animación fluída, sobretodo en las batallas, aunque en el apartado de animación por ordenador todavía tienen que mejorar, porque desentonan bastante.
Si bien aún no es perfecta, mejora lo visto en «Battle of the gods», aunque tira demasiado del factor nostalgia al reutilizar villanos ya conocidos, y abusa de pequeñas tramas que no van a ningún lado y que solo sirven para rellenar el metraje, como el entrenamiento de Goku y Vegeta o las luchas internas en el ejército de Freezer. Pero qué demonios, es «Dragon ball», tampoco se le puede pedir un argumento a lo «Ghost in the Shell» xD
«Dragon Ball Z: Resurrection ‘F’» es un buen entretenimiento que gustará a los fans, entre los que me incluyo, y nos brinda una nueva oportunidad para ver a nuestros héroes de la infancia.
CINE ASIÁTICO
Título: The treacherous
Título original: Gansin
Año: 2015
Duración: 133 min
País: Corea del Sur
Director: Min Kyu-dong
Reparto: Ji-hun Ju, Kang-woo Kim, Ho-jin Chun, Ji-Yeon Lim, Yvoung-chang Song, Han-Cheol Jo, Cha Ji-Yeon
«The treacherous» es una película difícil de clasificar. Por una parte tenemos una ambientación histórica, en la que se narran unos hechos que no tienen porque ser estrictamente reales, también tenemos acción, tenemos artes marciales y hasta tenemos intriga palaciega, pero todo ello queda totalmente eclipsado por el erotismo. Los coreanos nos demuestran una vez más que son expertos a la hora de mostrar la crueldad con realismo -diría que incluso con cierto sadismo- y en «The treacherous» vuelve a suceder.
Nos situamos en el año 1504, donde encontramos al rey Yeosan-gun, el tirano más atroz de la historia de Corea. Es la época Joseon (última familia que reinó, de 1392 a 1910), y este rey da rienda suelta a sus más bajos instintos. Ordena a dos de sus ministros de confianza (uno de ellos Im Soong-jae) que recorran todo el país buscando a bellas jóvenes para recluirlas en la mismísima universidad, reconvertida en academia sexual, para ilustrarlas en las artes amatorias. Entre ellas encontramos a Dan-hee, que quiere convertirse en concubina para matarle y vengar la muerte de su padre.
La película es una apuesta arriesgada, de entrada por el personaje que tratan, que si de verdad hizo la mitad de lo que se nos muestra, estaba totalmente loco. Sin embargo, su historia ha sido adaptada en numerosas ocasiones, en series de TV y en pantalla grande, como en «The prince Yeosan», del 61, y más recientemente en «The king and the clown». Pero siempre nos lo mostraban de manera cómica. En esta película, en cambio, las escenas de sus atrocidades pueden ofender a más de uno, como también pueden hacerlo sus personajes masculinos inmorales, y el retrato que se hace de las mujeres, que una vez entran a palacio se someten a los deseos del rey. Los hermosos colores de la fotografía y el cuidado vestuario acaban por ser oscuros y sucios.
Esto contrasta con el sentido del humor, tan típico del cine coreano. Las escenas de entrenamiento sexual son muy divertidas, incluso nos vamos a reir mucho del propio rey. Además tiene salvajes cambios de tono, de marcada violencia gráfica, que pueden hacernos apartar la vista de la pantalla. Pero las historias personales son interesantes y no vas a querer dejar de mirar. Incluso con toda esa carga de referencias sexuales, las escenas explícitas de sexo son pocas.
En el papel del rey tenemos a Kang-woo Kim, sobre el que recae todo el peso de la película, y lo lleva sobradamente. Según dijo el actor, este personaje era un Hamlet para él. Las interpretaciones son sólidas, como la de la concubina traicionera, aunque son varios los que traman la muerte del rey. Nos encontramos, por ejemplo, a
Ji-Yeon Lim, que con solo 24 años ya era actriz revelación. Su director Min Kyu-dong, ya conocido en Sitges por pelis de terror como «Memento Mori» y «Horror Stories», le da a «The treacherous» ese punto gore.
Si estás ávido de emociones fuertes de época, este film es una suntuosa epopeya histórica, con una factura técnica impecable, como ya nos tienen acustumbrados el cine coreano, que te dejará plenamente satisfecho.
Título: Assassination Classroom
Año: 2015
Duración: 110 min.
País: Japón
Director: Eiichiro Hasumi
Intérpretes: Okuma Anmi, Wakana Aoi
Nunca puede faltar ver al menos un maratón del Festival de Sitges, y si es el de Japan Madness, mejor que mejor. Este año se pudieron ver el corto «Sumo Road – The Musical“ de Ken Ochiai, «Assassination Classroom” de Eiichiro Hasumi, “Ninja Hunter” de Seiji Chiba y “Ninja War of Torakage” del respetado Yoshihiro Nishimura. Por motivos personales solo os puedo hablar de «Assassination classroom”.
La premisa de la que parte es bastante curiosa: en cierta escuela de alto nivel, si tus notas descienden demasiado te “destierran” a la Clase E, la End Class, donde eres discriminado y de la que tienes muy pocas posibilidades de salir. Este método mantiene a los demás estudiantes concentrados en sus estudios por miedo, y los que acaban allí deben asumir su oscuro destino, ser rechazados.
Un buen día la luna explota y desaparece el 70% de su masa, convirtiéndose en media luna permanentemente. Al poco tiempo llega a la Tierra el responsable, un ser extraño con tentáculos que ofrece un trato al gobierno: entrenará a una clase para que aprendan todas las formas posibles de acabar con él.Si sus alumnos no resultan ser lo suficientemente “aplicados”, aniquilará el planeta en el plazo de un año. Y así comienza una batalla contrarreloj para matar al profesor antes de la fecha límite.
Assassination classroom es una adaptación del manga homónimo de Yusei Matsui, que empezó a recopilarse en 2012 y ha tenido muchísimo éxito, tanto que: se ha hecho un anime de 22 capítulos este mismo año, Bandai Namco desarrollo esta primavera un juego para 3DS y el personaje de Koro-sensei ha aparecido en diferentes juegos a modo de cameo como el «J-Stars Victory Vs». Además ya se habla de una secuela para año que viene. La película fue número uno de taquilla en Japón su primer fin de semana.
Nos encontramos ante una adaptación bien producida a nivel técnico, con un buen presupuesto invertido en los efectos digitales del profesor, Koro-sensei, que me han parecido más que correctos. El resultado general tiene acción y mucho humor, con un elenco de actores bien escogido aunque a veces un poco sobreactuados, un mal endémico en los japoneses que por desgracia se repite demasiado. La adaptación en si es bastante fiel, dentro de lo que cabe, si bien omite algunas luchas, y la comedia y el drama son más flojos que en el manga y el anime, pero no es nada grave. Ea una película entretenida que no os aburrirá en ningún momento, y al terminar de verla te dejará con ganas de más. Por suerte su secuela ya está en marcha.
Título internacional: SPL 2 – A time for consequences
Título original: Saat po long 2
Año: 2015
Duración: 120 min.
País: Hong Kong
Director: Cheang Pou-soi
Reparto: Wu Jing, Simon Yam, Tony Jaa, Zhang Jin
Ver películas de artes marciales en pantalla grande siempre es un placer, y si además la interpretan actores reconocidos ni te cuento. Técnicamente se trata de una segunda parte, pero de una película de hace 10 años que no tiene nada que ver, incluso algunos actores repiten, pero interpretan a personajes distintos.
El argumento es de lo más complicado que he visto en mucho tiempo, así que en este caso los spoilers son necesarios para presentar los temas que trata. Intervienen: una banda de tráfico de órganos que se dedica a secuestrar donantes forzosos, una prisión en Tailandia donde los envían para practicarles la extracción, dos policías y varios teléfonos móviles.
El policía chino, interpretado por Wu Jing, ha tenido que hacerse drogadicto (recordad este detalle) para infiltrarse en la banda de traficantes de órganos. El policía tailandés, interpretado por Tony Jaa, trabaja en la prisión, sin saber lo que se cuece allí dentro, y tiene una hija enferma de leucemia que necesita un transplante antes de seis meses. El jefe de la banda de traficantes de órganos tiene una enfermedad rara del corazón, y mira tú por donde, el donante ideal es su propio hermano, así que a secuestrarlo se ha dicho.
Pero el infiltrado le desbarata los planes. Tras el tiroteo, el hermano pasa a ser custodiado por la policía, pero eso no impedirá que vuelvan a secuestrarlo. El infiltrado es descubierto y enviado a la prisión tailandesa para pudrirse allí. Su teléfono móvil acaba en el fondo de las aguas del puerto. El infiltrado escapa, el móbil es encontrado por un pescador chino, y aquí empieza el primer dolor de cabeza.
El policía tailandés, desesperado por encontrar un donante para su hija, ha conseguido el teléfono del donante ideal, un dato privado que los hospitales tienen prohibido facilitar bajo ninguna circunstancia. ¿Adivináis quién es ese donante ideal? El policía chino infiltrado, con quien se pelea cuando lo llevan a su prisión. La pobre niña se pasa toda la película intentando llamar sin éxito. No me preguntéis cómo de sumergibles son los móviles chinos, pero este aguanta lo que no está escrito.
En la prisión, el infiltrado intenta escapar y suelta a todos los reclusos. La batalla campal es fascinante, sobretodo cuando por fin aparece el que pega las hostias como panes. No, no es Tony Jaa, es Zhang Jin, en el papel del director de la prisión, que se limita a andar en línea recta hacia los donantes forzosos que se le han escapado, quitándose de enmedio a cualquiera que se le ponga por delante… en medio de una pelea multitudinaria entre los presos y los guardias… sin despeinarse… entrajado… con cara de «si te pones en mi camino, mala suerte, chaval». Lo más gracioso del asunto es que el infiltrado sabe que no va a poder escapar de la prisión, así que se limita a robar un teléfono móvil para hacerle una perdida a su tío y jefe, Simon Yam, para que sepa que aún está vivo, pero le cuesta horrores encontrar cobertura. La historia sigue y se va complicando todavía más, con más secuestros, intercambio de rehenes, y más hostias como panes. Y baile de teléfonos móviles.
Si hay una escena que pasará a la historia del cine por su ternura es el momento en que el pescador chino, actual propietario del móvil del infiltrado, descuelga el teléfono y le cuelga una y otra vez a la niña tailandesa diciéndole que no la entiende. Hasta que a ella se le ocurre enviarle un mensaje solo con smileys, que el pescador pilla al instante. «Anda, pobre niña. Está enferma de leucemia y el propietario de este teléfono es el único donante que puede salvarle la vida». A lo que su colega pescador lógicamente reacciona «¡¿Entiendes eso?!», y ni corto ni perezoso le envía otro mensaje lleno de imágenes y símbolos que la niña, en cama con unas amigas, recibe y lee «¡Qué bien! Dice que en el teléfono hay una foto del propietario y que ahora me la envía», y ellas flipan «¿¡Entiendes eso!?»
Seguimos con la ternura, porque resulta que en ese momento el infiltrado se encuentra en el mismo hospital tailandés, donde ha sido llevado juntamente con el otro policía y varios más tras una pelea. La niña llama a su padre para darle la buena notícia, y adivinad a quién le han dado todos los móviles de sus compañeros internados. Se cruzan, le suena uno de los móviles, se miran, ella mira la foto que le han enviado… y por fin, conoce a su donante. Pero no puede ser tan sencillo, pese a estar en un hospital. El director del centro le comunica que no basta con dejar las drogas (os he dicho que os acordárais de este detalle), es necesario un periodo de desintoxicación de tres años. Y a la niña le quedan meses. Y ¿qué hace ella? Le dice… «Esperaré»… ¿no es para echarse a llorar?
El resto son unas peleas, que para contar con tales estrellas son normalitas, pero es que aquí hacen de policías normales y corrientes, no de superhéroes. Así que cuando les llega el turno de pelear, cómo no podía ser de otra manera, con el director de la prisión, el entrajado de las hostias como panes, la paliza que les da es monumental. Por si fuera poco, ni siquiera consiguen pegarle, lo esquiva todo y muy bien, cosa que te da una rabia que arrancarías los brazos de la butaca, si pudieras.
Al final todo acaba bien, porque es película, y porque el director de la prisión funciona como símbolo de la enfermedad, y para derrotarla es necesario un donante, preferiblemente voluntario, y mucha resistencia. Así si esperáis una película de acción increíble os váis a decepcionar, porque pretende ser realista (vale, para nuestro estándar sigue siendo increíble) pero si prestáis atención a la infinidad de giros argumentales y entendéis que las peleas son simbólicas, os llevaréis una experiencia muy gratificante y muy tierna. Recomendable incluso para los que no son fans del género de artes marciales, y merecedora indiscutible del premio a mejor película de la sección oficial Fantàstic Òrbita.
Título internacional: Tag
Título original: Real onigokko
Año: 2015
Duración: 85 min.
Pais: Japón
Director: Sion Sono
Reparto: Reina Triendl, Mariko Shinoda, Erina Mano
Tag es la adaptación de una novela feminista de Yusuke Yamada, dirigida por el maestro del surrealismo filmado, Sion Sono. Pero también es una de esas películas: flipante de ver, pero difícil de comentar sin hacer spoilers y difícil decidir a quién se la recomiendas. Porque entenderla… bueno, eso no es ni fácil ni difícil. Parecería que es todo una ida de olla, pero en realidad esta historia hunde sus raíces en la cultura japonesa. Porque veréis, tristemente machismo hay en todas partes, pero en Japón hay un extra, y es que si te quejas eres mala persona y te hacen el vacío. Aunque tengas razón. Y también está mal visto meterse en los problemas de los demás. Esta es la historia de como una adolescente vive tres infiernos, el suyo propio y el de dos mujeres más, lo que nos da una visión de qué es lo que le espera en la vida: llevar uniforme y comportarse según los caprichos de los hombres.
Adelante pues con el argumento: tras un accidente espectacular (y por si fuera poco, basado en hechos reales), un destino cruel perseguirá literalmente a la adorable Mitsuko hasta el mismísimo último plano de la película, todo ello abarrotado de situaciones surrealistas.
Pero ¿qué es el surrealismo?. ¿Lo sabe alguien? Como se abusa mucho de esta expresión coloquialmente, os recordaré que por surrealista se entiende algo que parece que esté sucediendo en la mente de otra persona, es como si estuvieras viviendo una pesadilla, aunque a veces también puede tratarse de sueños bonitos, pero no, esta vez no.
Volviendo al argumento, a medida que huya, Mitsuko se encontrará viviendo otras vidas, con cambio de aspecto incluído. Para recuperar el control sobre la suya (y su verdadero aspecto) necesitará la ayuda de su mejor amiga, y también hacer cosas inesperadas para despistar a su destino, como sonreír de manera condescendiente al ver a sus amigas jugando con cojines de plumas en lugar de unirse al juego. Nunca una sonrisa fue tan dramática. Lo comprenderéis (con algo de suerte) en la escena del clímax (yo lo entendí horas después, y eso que hay un flashback), así que atentos a esa expresión facial (y al resto de plumas que van cayendo a lo largo de la película).
Para completar la explicación me parece necesario comentar el título. En inglés, Tag es el nombre del juego infantil pilla-pilla, en el que huyes de un perseguidor, y si te tocan pillas tú y persigues a los demás. Pero el título japonés, y el de la novela, es Real onigokko. La diferencia es que el que pilla hace de ogro (oni). No hace falta entrar en detalle sobre los onis, quizás los monstruos más habituales de la ficción japonesa, porque en la película solo salen en el título, y son una metáfora del machismo.
Y ahí está el problema. Un tema tan tristemente universal como el abuso machista, contado aquí desde un punto de vista local que, en mi opinión, no trasciende. Si no tienes presente el peso aplastante de la presión social japonesa, sin lugar a dudas la más exagerada del mundo, la película puede gustarte más o menos, es entretenida y hasta divertidamente cafre en algunos momentos, pero la idea principal te parecerá forzada. La historia te está echando un cable muy fuerte y resistente para que lo utilices en tu vida cotidiana, así que aunque no lo vayas a necesitar, tú guárdalo, que persona precavida vale por dos.
Título: Attack on titan, primera parte y Attack on titan – End of the world (con actores de carne y hueso y músculo sin piel xD)
Año: 2015
Duración: 98 y 87 minutos respectivamente
Pais: Japón
Director: Shinji Higuchi.
Reparto: Haruma Miura, Hiromi Hasegawa, Hiroki Hasegawa, Kiko Mizuhara, Kanata Hongou, Jun Kunimura… y como podéis suponer, un largo etcétera.
Este año se han pasado. Es de sádicos programar el díptico de animación de Attack on titan (que solo hace resumen de la serie) en la maratón sorpresa del último día, pocos días después de haber proyectado estas dos. Por más que te guste la historia, si la acabas de ver no vas a tener ganas de estar otras tres horas viendo más de lo mismo… a no ser que no hayas visto la serie de animación y/o tengas ganas de contar las diferencias, ¡que son muchas!
Tanto es así, que a la mayoría de gente que ha visto el anime le disgustan estas películas, pero antes de entrar en detalle, echemos un vistazo a los encargados de esta nueva adaptación, porque no tiene desperdicio.
Inicialmente las iba a dirigir Tetsuya Nakashima. Sí, sí, el de «The world of Kanako», el especialista en retratar la parte chunga de los adolescentes japoneses, pero él mismo admite que iba a ser algo distinto a lo que había hecho hasta ahora. Lástima que hubo «diferencias creativas» y abandonó el rodaje. ¿Os lo imagináis?…
Pero por desgracia o por fortuna, las ha terminado dirigiendo ni más ni menos que Shinji Higuchi… ¿Cómo que quién es?. ¿No os sabéis los nombres de los fundadores de Gainax? Yo tampoco, pero este es uno de ellos, el encargado de los storyboards y el que le dió nombre al Shinji Ikari de Evangelion. Mmm… evas, titanes… empiezo a ver la relación. Además, es un maestro en efectos especiales y hasta ha dirigido una taquillera película de desastres en la que Japón se hunde, cuyo título internacional es, apropiadamente, Japan sinks. Así que quizás el cambio ha sido para mejor, ¿no?
El manga original es de Hajime Isayama, y el guión de la película es de Yuusuke Watanabe y Tomohiro Machiyama. Watanabe es el de las pelis de 20th Century Boys, las de Gantz, y las nuevas de Dragon Ball y de Gatchaman.
Por último el prota, Eren Yeager, está interpretado por Haruma Miura, la voz de Yama, el protagonista de la peli de Harlock en 3D, y también sale en Crows Zero 2 y la peli de Gokusen, así que se mueve bien entre camorreros.
Pues bien, como ya deberíais saber, aunque no lo hayáis visto ni leído, en un mundo invadido por gigantes que se comen a las personas (titanes para más señas), parece que los últimos humanos solo pueden vivir tranquilos en el interior de un pueblo fortificado. Tras enviar una patrulla de reconocimiento con los mejores soldados para encontrar supervivientes, aparece el titán más grande jamás visto y patea un agujero en la muralla. Cunde el pánico y los titanes entran por docenas. ¿Es el fin? No, es el principio.
Tras este ataque hay un salto en el tiempo. Entre los supervivientes están los protas, que ahora también son soldados y salen a cazar titanes. Hasta aquí nada nuevo. Pero entonces ¿dónde está la gracia? Pues para empezar, pasan olímpicamente de los padres del prota. No es que me caigan mal, pero no son necesarios para explicar esto. Aquí tampoco se nos va a explicar de dónde salen los titanes, ni qué son y dejan de ser. Se puede decir que «faltan» un montón de escenas emblemáticas, pero eso a mi no me ha molestado, al contrario. Me están explicando una historia, y ya desde la entrada de Eren se ve que la cosa va a ir por otros derroteros, porque, ¿qué hace encima de un misil clavado en el suelo sin explotar? Y ya que no salen los padres, tampoco sale la escena de la venganza indirecta cuando se descubre a los traidores. Aquí también hay traidores, sí, pero están al servicio del mensaje: la corrupción del gobierno que los mantiene aislados con la excusa de la amenaza exterior.
Así que estas películas se aguantan por sí mismas, y si vas a verlas esperando una repetición de lo que ya conoces te vas a llevar una decepción de campeonato. Pero si te olvidas de lo que sabes y te dejas llevar por la historia, el final te reserva un enfrentamiento breve pero sumamente satisfactorio.
Y hablando de satisfacción. Si hay una escena emblemática es la de la primera batalla de Eren tras ser mutilado y devorado por un titán. ¿Spoiler? Bueno, sí, pero es el prota. ¿Qué héroe que se precie se dejaría intimidar por esa pequeñez? Pero a pesar del increíble giro que da la batalla, pocas cosas he visto yo más satisfactorias en un cine que el grito de sorpresa de Hans, magistralmente ejecutado por Satomi Ishihara. Así que por favor, si véis a Keanu Reeves le ponéis esta escena y le decís de mi parte: «¿Lo ves? Cuando asistes a un acontecimiento que se salta las leyes de la naturaleza no dices ‘wow’. Hinchas bien el pecho,coges aire y desde el fondo de tu alma gritas ‘¡¡¡¡WOOOOOOOOOOO!!!!'»
Título internacional: The virgin psychics
Título original: Eiga Minna! ESPer da yo!
Año: 2015
Duración: 114 min.
Pais: Japón
Dirección: Sion Sono
Reparto: Shota Sometani, Elaiza Ikeda, Ken Yasuda
Sion Sono dirige una adaptación del manga «Minna!, ESPer da yo!» de Kiminori Wakasugi. También dirigió varios capítulos de la serie de televisión con el mismo reparto. Bueno, casi. A Miyuki Hirano la interpretaba una actriz de un solo nombre artístico, Kaho, mientras que en la película la interpreta Elaiza Ikeda.
Si os preguntáis por qué tres de las cinco letras de ESPer están en mayúscula, es porque se trata del acrónimo inglés ESP, extra-sensorial perception, percepción extrasensorial, más el sufijo -er para indicar oficios. Los japoneses usan el término esper como cajón de sastre, un paraguas bajo el que caben todo tipo de psychics, gente con poderes psíquicos o paranormales.
Cierta noche de conjura de astros, un grupo de vírgenes que no se conoce adquiere poderes sobrenaturales al masturbarse. Luego se juntan y salvan la ciudad de caer en una espiral de perversión… por si no sabías que los japoneses están enfermos.
Mientras veía aquello no podía parar de preguntarme qué demonios estaba viendo. Lógicamente no la recuerdo bien… bueno, recuerdo a un montón de chicas de pechos grandes con poca ropa. Pero el resto: actores sobreactuados, situaciones ridículas, ritmo lento, y el peor crimen de todos: la repetición de una escena sin venir a cuento. Y aunque viniera, nunca será necesario repetirse tanto.
Según el director del festival, esta película es una gamberrada. Yo añadiría que también es una tomadura de pelo.
Título: I am a hero
Año: 2016
Duración: 126 min.
País: Japón
Director: Shinsuke Sato
Reparto: Yo Oizumi, Kasumi Arimura
De todas las películas que vi en el festival, fue todo un privilegio poder asistir a la premier mundial de «I am a hero». No tenía mucha información sobre esta película, y aunque por la fama del manga y por la temática ya apuntaba maneras, no estaba del todo seguro de que hubiera salido una buena adaptación. Solo tenemos que echar una mirada a la multitud de adaptaciones a imagen real que se han hecho de animes y mangas que han sido fallidas o se han quedado a medio camino, pero por suerte no fue el caso. No solo fue una excelente película, sino que se llevó merecidamente el Premio del Público.
La historia nos presenta a Hideo Suzuki, un eterno ayudante de mangakas que quiere triunfar con una gran historia pero lleva 15 años intentándolo sin conseguirlo. Su novia, harta de la situación, lo echa de casa y esto hará que Hideo intente cambiar su vida. Mientras tanto un misterioso virus se va propagando por la ciudad. A los infectados se les denomina ZQN (Zequon), y se ve que atacan a la gente con mucha fuerza y velocidad, y si además consiguen morder a sus víctimas les transmiten el virus.
Nuestro protagonista tendrá que sobrevivir entre todo el caos en el que se va a sumergir la ciudad, viéndose obligado a huir de ella para sobrevivir.
«I am a hero» es la adaptación del conocido manga de Kengo Hanazawa (editado en España por Norma Editorial) y está dirigida por Shinsuke Sato, que ya realizó ambas partes de la adaptación de “Gantz”, proyectadas en Sitges 2011.
Como bien sabréis, el género zombi está siendo bastante explotado en los últimos años, y no son pocas las películas o series que nos muestran a infectados, zombis o muertos que reviven, cosa que hace difícil sorprender o mostrar algo diferente y novedoso. En esta ocasión los infectados son japoneses, y claro está, son bien diferentes a los americanos. Esto es algo que se hace evidente en el manga y que también se puede observar en la película en varias ocasiones.
Estamos ante una historia que se balancea entre el terror y el suspense iniciales y los efectos que la comicidad propia de la situación surte en sus protagonistas. Con un reparto excelente y unas interpretaciones creíbles y sin sobreactuar (muy frecuente en estos casos), cabe destacar sobretodo la magistral actuación de Yo Oizumi en el personaje de Hideo. No puedes más que encarinyarte del anodino protagonista atrapado por las circunstancias, que poco a poco, como dice el título, lo convertirán en un verdadero Héroe.
Prácticamente todos los personajes principales son reconocibles si has leído el manga, y hasta parece como si lo hubieran usado de storyboard. En la parte técnica raya casi la perfección, con unos infectados muy bien caracterizados, entornos devastados por el virus y escenas míticas como la espectacular y brutal batalla final de Hideo contra una horda de zombis, en la cual se nota la experiencia de Shinsuke Sato en películas de acción. No es de extrañar que al terminar la película, todo el público, incluyéndome, aplaudiera hasta dejarse rojas las palmas de las manos, de tanto que gustó.
Para terminar, os la recomiendo fervorosamente, no solo a los fans del manga original, si no a todo aquel que le guste el buen cine, aunque advierto que no es para estómagos sensibles.
Título internacional: The Piper
Título original: Sonnim
Año: 2015
Duración: 107 min.
País: Corea del sur
Director: Kim Kwang-tae
Reparto: Chun Woo-hee, Lee Joon, Lee Sung-min, Goo Seung-Hyeon, Ryoo Seung-Ryong
La adaptación cinematográfica surcoreana de El flautista de Hamelín no es lo que diríamos un cuento infantil. El cine nos ha dado obras maestras que se basaban en tiernas e inocentes historias, como la libre adaptación de Caperucita Roja, «En compañía de lobos», de Neil Jordan, y ya más lejana en el tiempo, «El mago de Oz», de Victor Fleming.
La moraleja que esconden esas historias es universal. Conceptos como maldad y bondad, piedad y crueldad, etc., están en la memoria de los hombres desde tiempo inmemorial, y El flautista de Hamelín no es una excepción. The Piper sabe reflejar todo esto con maestría; embadurnado, como no, por la cultura oriental.No en vano está ambientada en los años 50, concretamente al final de la Guerra de Corea.
Al acabar la guerra, el flautista Woo-ryong viaja a Seúl con su hijo enfermo de tuberculosis para encontrar una cura. De camino hacen una parada en una pequeña aldea en medio del bosque. El pueblo está infestado de ratas, el flautista ve la oportunidad de ganar un poco de dinero para ayudar a su hijo, y decide hacer un trato con el jefe del lugar para liberarlos de la plaga. Pero una vez cumplida la misión, Woo-ryong será cruelmente traicionado, y su venganza hará que acabemos con musofobia (aversión hacia esos pequeños animalitos).
Esta versión de la popular fábula sigue al principio casi palabra por palabra lo escrito por los hermanos Grimm. La primera parte de la película no quiere alejarse demasiado del espíritu, recurriendo a conceptos tan impropios del thriller como la ternura, presentando personajes y situaciones más al uso de una comedia, aunque también nos encontramos con un par de escenas truculentas para no perder la perspectiva totalmente.
En la segunda parte, la relación padre-hijo, e incluso la afectiva-romántica que mantiene con la chamán, al saltarse el hilo argumental deja claras qué intenciones lleva, un claro indicio de lo que vendrá después. Sin pudor y a veces con una violencia salvaje, se apoya en la irracionalidad del ser humano y en sus más bajos instintos.
El debutante Kim Kwang-tae se encarga tanto del guión, fiel en esencia, como de la dirección, que resulta extremadamente plástica, además de sensible y certera cuando se trata de tocar la fibra, y contundente también cuando hay que dejarse llevar.
Destaca la interpretación de Ryu Seung-ryong como el flautista, uno de los actores más versátiles que ha dado no solo Corea del Sur sino Asia. Y también destaca la preciosa fotografía de Hong Jae-sik, que nos regala las más bellas imágenes de bosques frondosos en un terreno escarpado. Y hablando de El flautista de Hamelín, ¿cómo no comentar la música?. El encargado de ello es Lee Ji-soo, que nos ofrece una banda sonora sencilla, pero muy agradable. El sonido de una simple flauta crea una ambientación perfecta, que junto a los efectos especiales de la legión de roedores campando a sus anchas nos muestran un festival dantesco. The piper será una fábula sí, pero adulta y perversa.
Título original: Kamisama no iu tôri
Título internacional: As the gods will
Año: 2014
País: Japón
Duración: 118 min.
Director: Takashi Miike
Reparto: Sôta Fukushi, Hirona Yamazaki, Ryûnosuke Kamiki, Jingi Irie, Shôta Sometani
A los aficionados al cine asiático siempre se nos dibuja una sonrisa en la cara cuando vemos la nueva película de Takashi Miike, más aún si nos ilustra acerca de la mitología japonesa, como ya hizo en la estupenda «The great yôkai war».
En «As the gods will» nos acerca a los juegos infantiles japoneses, pero a lo bestia, ya que en esta ocasión se trata de juegos mortales, basados en la historia de un manga de Muneyuki Kaneshiro y Akeji Fujimura que vendió millones de ejemplares en Japón.
No es de extrañar, ya que allí son propensos a estos jueguecitos macabros. Solo hay que fijarse en la multitud de clásicos que hay sobre el tema: «Battle Royale» de Kinji Fukusaku, “Avalon” de Mamoru Oshii, “When I kill myself” de Nakajima, “Ôsama Game” de Norio, “The incite mill” de Hideo Nakata, «Me & 23 slaves» de Sato, o “Live” de Noboru Iguchi.
La versión de Takashi Miike, que es bastante distinta del manga, es una propuesta irreverente, en la que el director se pone a merced de la fantasía. Shun Takahata (Sôta Fukushi) es un estudiante de secundaria normal y corriente que está harto de llevar una vida aburrida, y desea un poco de acción. Pero cuidado con lo que deseas, porque los dioses escuchan y, ¡oído cocina!: en mitad de una clase, la cabeza de un profesor estalla… je, je, je, sin duda es un buen comienzo. Junto a su amiga de toda la vida, Ichika Akimoto (Hirona Yamazaki) tendrá que enfrentarse a los juegos más mortíferos, extraños, inquietantes y bizarros de toda la historia del cine.
El primer juego, darumasan ga koronda, viene a ser como el un-dos-tres, pica pared, pero a quien se mueva le estalla la cabeza. Y es que “As the gods will” no se anda con chiquitas y se presenta visceral, sin concesiones, excesiva y directa. Aunque tras las dos primeras pruebas, llenas de tensión, incertidumbre y crueldad, el ritmo baja y los diálogos aumentan. La carga bizarra desciende hasta convertirse en un largo discurso, amenizado con flashbacks que encadenan las pruebas al tiempo que enlazan a los personajes sentimentalmente.
Es justo destacar la ingeniosa puesta en escena de los efectos especiales, muy notable comparado con el resto de producciones de este tipo. En especial, la de “shirokuma” –oso blanco- que habla como un yakuza para intimidar al personal.
Aunque por encima de otros apartados destaca su fantástica banda sonora, del compositor Koji Endo, un colaborador habitual de Miike.
El final nos deja con un palmo de narices, pero tranquilos, que esta peli solo adapta la primera parte del manga. La segunda todavía se está publicando. Esperemos que Miike se ponga manos a la obra con la segunda película. Por mi parte tengo muchísimas ganas de verla, así que ¡ánimo, Takashi!
Título: Veteran
Año: 2015
Pais: Corea del Sur
Duración: 123 min.
Director: Ryoo Seung-wan
Reparto: Hwang Jung-min, Yoo Ah-in, Yu Hae-Jin, Oh Dal-Su, Jang Yoon-Ju
La última película que vi el sábado sería quizás la mejor de todo el festival (con permiso de «I am a hero»). No se puede esperar menos de Ryoo Seung-wan («The City of Violence» y el segmento «Ghost» de «Mad Sad Bad»), un director que ha demostrado en muchas ocasiones su saber hacer con los thrillers criminales y las cintas de acción.
En su estreno, Veteran fue un verdadero éxito en las salas surcoreanas, superando los 100.000 millones de wons de recaudación (unos 80 millones de €), convirtiéndose en una de las películas más taquilleras del año, y actualmente la tercera más taquillera de su historia. Además,ha ganado el premio Focus Asia en esta edición del festival de Sitges, y varios premios coreanos a mejor director.
El detective Seol Do-cheol (Hwang Jung-min), de la brigada de delincuencia metropolitana de Seúl, dirigida por el jefe Oh (Oh Dal-su) investiga una banda que se dedica a robar y a sacar del país vehículos de gama alta. Tras la detención de varios de sus miembros, averigua que los coches salen por el puerto de Pusan, donde son vendidos a una banda rusa. Con esta información, los policías de Seúl montan un dispositivo para desarticular la organización.
Camino del puerto, Do-cheol conoce al conductor de camiones Bae (Jung Woong-in) y a su hijo, que le explica los problemas que tienen los transportistas en el país. A saber, que la subida de precio del combustible y el maltrato que reciben por parte de sus empresas hace de su trabajo una labor cada vez más precaria. Al llegar a Pusan, la operación se desarrolla según lo previsto, desbaratando el intercambio y deteniendo a la totalidad de la banda rusa, hazaña que da a este equipo de policías un gran reconocimiento.
Esta fama hará que un productor de televisión, con el pretexto de preparar una nueva serie policíaca, invite a Do-cheol a una fiesta donde se codeará con toda clase de empresarios, actores y modelos de la alta sociedad de Seúl, entre los que se encuentra el joven Cho Tae-oh (Yoo Ah-in), polémico heredero del importante chaebol* Sin Jin Trading.
Los thrillers de acción coreanos pueden ser de muchos tipos: más dramáticos, con historias escabrosas y oscuras, o por el contrario tirar de cierto grado de humor y aventura para ofrecer entretenimiento puro y duro. En este caso el director Ryoo Seung-wan (que también se encarga del guión) ha decidido tirar por este segundo camino, creando un producto trepidante, divertido y muy entretenido.
El acabado es el de costumbre en el cine coreano, con un magnífico nivel técnico y fotográfico. A esto lo acompaña una gran banda sonora, unas fantásticas coreografías de acción y unas interpretaciones más que solventes. Hwang Jung-min, que participó en la excelente «New world», da vida al detective Do-cheol, carismático y “sobrado”, y Yoo Ah-in destaca como el malo malísimo. Es cierto que los personajes, sobre todo Tae-oh, están bastante estereotipados, pero el film no cae en la autoparodia o en la comedia más declarada, sino que sabe mantenerse dentro del thriller de acción y se equilibra perfectamente. En definitiva, una película divertida y entretenida a más no poder.
*Los chaebol: literalmente negocios de familia, son poderosos conglomerados empresariales con presencia en distintos sectores como la industria pesada, electrónica, telecomunicaciones, alimentación o energía, que a menudo pertenecen a, y están dirigidos por, una misma familia. Como es de suponer, los chaebol cuentan con un fuerte apoyo político y financiero, por lo que desempeñan un papel destacado en los asuntos del país.
Título internacional: Parasyte, partes 1 y 2 (con y griega)
Título original: Kiseiju y Kiseiju kanketsu hen
Año: 2015
Pais: Japón
Duración: 109 y 118 minutos respectivamente
Dirección: Takashi Yamazaki, el de Space battleship Yamato y The eternal zero
Reparto: Shota Sometani, Eri Fukatsu, Tadanobu Asano, etc, con Sadao Abe en la voz de Migi.
Seguimos con las adaptaciones, esta vez de un manga genial y muy ácido de Hitoshi Iwaaki. También hay anime, así que igual os preguntáis qué falta hacía contar la historia otra vez con actores. Las adaptaciones de historias largas suelen encajar mal en dos horas de película, y este argumento es demasiado bueno para recortarlo. Pero no temáis, que no se deja nada. És más, son dos películas, así que da tiempo a explicarlo todo.
Una noche caen esporas sobre la ciudad. Al día siguiente se suceden macabros asesinatos. Parece que quien no se convierte en víctima se convierte en verdugo… pero nuestro protagonista tuvo mejor suerte… o tal vez no. El parásito que debía infectar el cerebro de Shinichi se cuela por su brazo pero queda atrapado allí, gracias a una hábil y divertida maniobra. El resultado es un híbrido entre humano y parásito, lo cual da lugar a toda serie de dudas sobre su identidad: ¿es humano?, ¿es un monstruo?. Para meter el dedo en la llaga tenemos al personaje de Uragami. Es lo que llamaríamos un monstruo humano. Un psicópata, vaya. Y para terminar el círculo tenemos a Ryoko Tamiya, un parásito que infectó a una profesora de Shinichi. Al contrario de los demás parásitos, que solo viven para alimentarse de humanos, ella quiere aprender cosas sobre su propia naturaleza, y en especial sobre el dúo que forman Shinichi y Migi, llamado así (derecha) tras haber infectado solo su mano derecha.
En el momento en que esta mujer se queda embarazada, descubre que la criatura no será otro parásito, sino alguien 100% humano, lo cual la llena de tristeza. Es el equivalente a una mujer que no puede tener hijos. Y mientras que el resto de parásitos no tienen sentimientos, tanto Migi como ella van adquiriendo emociones, y es especialmente enternecedora la relación que desarrolla con su bebé.
El resto de la historia lo forman una serie de peleas entre Shinichi/Migi y el resto de parásitos, que los ven como una amenaza. Tras la desconfianza mútua inicial, Migi, que es capaz de modificar su estructura molecular para generar tanto órganos como espadas, aprende a aprovecharse de Shinichi para despistar a sus rivales.
Contada así puede parecer una historia de acción, pero no lo es para nada. Todas las batallas sirven para profundizar en el argumento y en la relación entre Shinichi y su nueva mano derecha, y hay un montón de escenas dedicadas al asentamiento de una población de parásitos que pueda vivir mezclada entre los humanos sin ser detectada. De hecho, esto sirve de excusa para sacar el tema de las elevadas tasas de desapariciones y suicidios, tras la cual podría esconderse cualquier cosa.
En fin, tanto si conoces la historia como si no, estas películas son muy recomendables, tanto por la trama, como por los hechos que denuncia, como por el debate sobre qué es humano y qué es monstruoso, como por el nivel de los efectos especiales, aunque ya se sabe, si la has visto dirás «el monstro final es más grande». Sí, hijo, sí, en la película es normalillo, pero es lo que hay, y no por ello se queda coja la historia, ni mucho menos.
Hasta aquí todo lo mejor que he visto en el Festival de Sitges 2015, que ha destacado sobretodo por las adaptaciones a imagen real de numerosos mangas y animes. Han sido muchas las tentaciones, espero que ser friki no sea pecado. Nos vemos el año que viene, pecadores.
David J